viernes, julio 18, 2008

La Patrona de Chile y la Igualdad de los credos

En Chile, el miércoles 16 de julio es feriado, feriado de carácter católico que celebra a la Virgen del Carmen, uno de los 4 feriados exclusivamente católicos marcados en el calendario nacional, al que estamos sujetos todos los chilenos creyentes o no creyentes, católicos o no católicos.

Lo particular de esta celebración, exclusivamente católica, es que la connotación de ella salpica a instituciones del Estado, tales como el Ejército que declara a la Virgen del Carmen como Patrona de Chile; se promociona a través del canal estatal TVN y el Metro de Santiago, también estatal y se financia con dineros públicos, ya que la misma Presidenta de la República señaló que destinará recursos fiscales para el santuario de La Tirana, en el marco de las obras Bicentenario, los que sumados a los que recibió el Templo Votivo de Maipú hace ya algunos años, implican cifras millonarias para un credo religioso en particular.

Es válido esgrimir razones históricas para justificar lo que podríamos definir como "trato preferente" al mundo católico; sin embargo los cristianos evangélicos de Chile también entendemos los factores espirituales que subyacen en estas acciones que, por lo demás, nos hacen cuestionar la supuesta separación de la Iglesia con el Estado, cuando este Estado se manifiesta parcial respecto a una por sobre las otras manifestaciones religiosas del país.

Para los evangélicos que entendienden el predominio supraterrenal y más que religioso de la mal llamada "Patrona de Chile", no pasan por alto los acontecimientos de hace algunos meses en que, un ciudadano con trastornos mentales incendió la IMAGEN de la Virgen, provocando la airada reacción de la Conferencia Episcopal, efusivas declaraciones de ministros de Estado y políticos de todas las tendencias, e incluso el respaldo moral del más reconocido líder evangélico del país. Considerando el contexto, los acontecimientos que siguieron a lo que se calificó como "atentado religioso", sirven sólo para ilustrar el nivel de autoridad que este ícono religioso tiene sobre la nación.

El mundo evangélico ha dado pasos significativos para lograr el reconocimiento jurídico que se merece, nadie podría negarlo, sin embargo, la percepción que muchas veces tenemos es que más que justas reivindicaciones, estamos frente a concesiones de buena voluntad que las autoridades de turno nos han otorgado con cierto dejo de condescendencia.

Estamos a la espera que el Senado se pronuncie respecto al proyecto de ley que establece el 31 de octubre como feriado de las Iglesias Evangélicas. Hasta aquí la Comisión de Gobierno y Descentralización de la Cámara Alta no ha dado ningún paso significativo en la discusión de dicha iniciativa, aprobada unánimemente por la Cámara de Diputados en octubre del año pasado. El Movimiento Isacar ha comprometido el respaldo de los senadores de la Región de Magallanes Pedro Muñoz y Carlos Bianchi, a la espera de concretar entrevistas con otros legisladores para asegurar los respaldos necesarios.

Sin embargo, la cuestión de fondo, la de la IGUALDAD RELIGIOSA, no se resuelve con un feriado para los evangélicos y 4 para los católicos, porque tal como lo expresara Patricio Navia en una de sus columnas en el diario La Tercera, la cultura protestante es la cultura del trabajo y la responsabilidad, la del compromiso y la seriedad en todo lo que hacemos.

El feriado no es el punto. Sí lo es el trato equitativo a las Iglesias en los recintos asistenciales, en los cuarteles de las Fuerzas Armadas y de Orden, en las escuelas municipales, en el Parlamento, en La Moneda, etc. El punto es el reconocimiento a nuestra cultura evangélica, que debe expresarse en contracultura frente al actual sistema de vida consumista e individualista, donde se pierde de vista el valor de la familia como elemento central de la construcción social.